IBANASCA



IBANASCA.  

Mito, leyenda, creencia y símbolo.

La historia de Ibanasca no es clara, así como tampoco su origen. Hace algo más de 400 años lo que hoy conocemos como Tolima (Dulima), era una región habitada hacia el sur por indígenas Pijaos (con arraigo caribe) y hacia el norte por tribus Quimbayas, cuando los españoles llegaron a estas tierras, encontraron la resistencia de estos grupos humanos.

Está descrita Ibanasca como Cacica de la tribu Dulima, también como Sacerdotisa y Chamán; reunía lo que en esa época (e incluso ahora) podría ser la más grande herejía, ser mujer, ser indígena, ser líder, no creer en lo que creían sus exterminadores y negarse a ser doblegada; además, ella y su pueblo supuestamente ocultaban grandes riquezas materiales, algo que la ambición de los conquistadores no podía pasar o perdonar. 

Se dice que en las proximidades del volcán Machín, cercano a Ibagué y uno de los más peligrosos del mundo, existía un centro de adoración al sol y a la luna en donde los pobladores, vivían su particular espiritualidad. Hasta ese lugar y según parece bajo la autorización de Andrés López de Galarza “eminente” fundador de Ibagué, llegaron los españoles en búsqueda de tan preciados tesoros. Para los conquistadores y la iglesia de la época, Ibanasca no era más que una “bruja” que se oponía a sus intereses.

La Cacica fue tomada presa, la llevaron a Ibagué y murió en la hoguera, era el fin de una luchadora primigenia. Como siempre en la mente, en el egrégor de su tribu, fue elevada al nivel de diosa de las nieves, diosa de las aguas, protectora de su pueblo y defensora de la libertad. Ibanasca es simbólicamente también, nuestra madre tierra (la naturaleza misma), nuestro origen y a quien debemos respetar y defender.  

Siglos después la diosa sigue en pie de lucha, esta vez contra el olvido, la injusticia, la ignorancia, la avaricia y la hipocresía.  

Nombrar Ibanasca a la logia es un sencillo homenaje y reconocimiento a los primeros pobladores de esta tierra y a su lucha, e implica la gran responsabilidad del trabajo arduo que la Gran Obra requiere para que la libertad, la igualdad y la fraternidad se hagan una realidad. 

De la mano de la razón, la ciencia, la intuición, la solidaridad, la justicia, la compasión, el trabajo y el amor debemos avanzar en pos del progreso de la humanidad y del cuidado de nuestra casa común.





Este texto no es un ensayo histórico.